lunes, 27 de mayo de 2013

Cuando la Cultura asoma por la puerta, la Educación salta por la ventana

En relación con los textos facilitados por la profesora de la asignatura de Animación Sociocultural con respecto al arte y la cultura en las organización podemos señalar:
¿Por dónde empezar, cuando de lo que se trata es de abordar el espinoso asunto de las relaciones entre las políticas culturales y las políticas educativas?; ¿acaso el ejercicio de la reciprocidad, el viaje de ida de la cultura hacia la educación y el viaje de la educación hacia la cultura nos demuestra alguna cosa?, ... 
Son muchas las preguntas que nos planteamos en relación a estos dos conceptos inseparables que constituyen la matriz del conocimiento.

Por ello, la primera constatación, es que la educación y la cultura son dimensiones operativas en términos colectivos o individuales, de los procesos de construcción del conocimiento. Por tanto, son dos políticas gestadas desde un impulso común, con manifestaciones diversas, por un lado, la esfera de la educación da lugar a cuerpos de maestros formados homogéneamente en escuelas "normales", repartidas por todo el país, dispuestos a impartir currículo idéntico a niños que viven en ciudades y pueblos distantes y que a su vez son distintos entre ellos. Y por otro lado, la esfera de la cultura dará lugar a un modelo semejante en cuanto a la intención, aunque de alcance mucho más limitado; se establecerán reglamentos y medidas de policía patrimonial para la tutela del patrimonio inmueble, se crearán establecimientos especializados (museos, bibliotecas, etc.) para el patrimonio material, y en cuando al inmaterial (teatro, danza, etc.) se pondrá un énfasis especial en la conservación y la transmisión de las técnicas que hacen posible dicha representación.

Según nos presenta el texto, la noción de servicio público, en el marco de las políticas educativas, dará pie a un nuevo paradigma de intervención, el de la formación permanente, determinado por dos características fundamentales:
  • Consideración de la formación como un proceso continuo a lo largo de toda la vida de las personas (frente al constreñimiento temporal de la instrucción pública).
  • Concepción de la escuela como un verdadero centro de recursos para la formación de las personas, ampliando sus horarios y sus propuestas hasta lo extra-escolar, los fines de semana, las actividades vacacionales, etc.
Debemos destacar que las políticas públicas en referencia a la cultura imperan en el servicio publico mediante un nuevo paradigma, el de la democratización de la cultura, superador de las características del modelo de la cultura patrimonial. Ya que uno de los elementos primordiales es transformar la cultura en un servicio público que sea accesible para la mayoría de la población, acercando así a todos los ciudadanos la cultura, al igual que, proporcionar recursos a la población para que la apropiación de la oferta cultural sea satisfactoria.

Así que, podemos decir que nos encontramos ante una segunda generación de políticas educativas y culturales, siendo los servicios públicos el aspecto fundamental, tanto si se trata de la formación permanente como de la democratización de la cultura, siendo la eficacia el criterio más importante.

Según otro aspecto, la escuela, se define cada vez menos como instrumento educador, pasando a ser cada vez más el modesto catalizador de un complejo entramado de aprendizajes vehiculados a través de instrumentos cada vez más heterogéneos, como los medios de comunicación o la densidad de la vida urbana. Si para la democratización de la cultura la tarea central es acercar las artes a los ciudadanos, la democracia cultural aspira a desvelar las potencialidades culturales de la ciudadanía, implicándola en el desarrollo de su propio entorno.

Eduard Miralles destaca asignaturas pendientes en cuanto a la presencia de políticas educativas y culturales del día a día, entre ellas encontramos:
  • Formación continuada para las personas adultas.
  • La educación artística.
  • Enseñar a leer como reto.
  • La cultura científico-técnica como dimensión pendiente.
  • Reinventar la "extensión universitaria".
  • Nuevos centros de recursos educativos y culturales.
  • Lugar para la educación y la cultura en las políticas activas de juventud.
  • Dignificación de la cultura escolar, más allá del simulacro.
  • Nueva generación de espacios para la educación y la cultura.
Esta generación de nuevos espacios es uno de los objetivos fundamentales que deben conseguirse, si todos los ciudadanos nos unimos, ya que la educación y la cultura no deben existir como una pareja extraña, sino que las dos deben de existir como dos caras indistintas e inseparables de una misma medalla de la que todos podemos participar.

La cultura necesita saltar los muros de los equipamientos, salir a la calle y mezclarse con las restantes dinámicas urbanas, implicando las capacidades de actuación de los demás, tanto de la sociedad civil como de la iniciativa privada.

Referencias: Gómez de la Iglesia, Roberto. (ED): Cultura y Educación, ¿una extraña pareja?, Eduard Miralles.

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